EL ASPECTO MáS IMPORTANTE PARA QUE UNA RELACIóN DURE ES UNO QUE TODOS PASAMOS POR ALTO

En una relación, hay ciertas cosas que nunca debemos pasar por alto, como el respeto, el cuidado mutuo o la comunicación. No obstante, entre ellos, siempre hay uno que solemos olvidar, pero que es la clave definitiva para que el amor pueda durar para siempre: nuestra propia mentalidad. Al fin y al cabo, es lo que determina cómo vemos a los demás y al mundo que nos rodea, y lo que dicta también nuestra forma de actuar y de pensar.

Para que una relación sea sana y podamos evolucionar juntos, ambos necesitamos tener una mentalidad de crecimiento, no una fija en la que la flexibilidad y la adaptabilidad no existan. Quienes tienen una mentalidad cerrada no creen que nada pueda cambiar ni a mejor ni a peor, pero quienes la mantienen abierta saben que cualquier cosa puede mejorarse si trabajamos en ellas.

Cuando no somos así, solo nos fijamos en el resultado de las cosas, no en el proceso ni en lo que hemos aprendido y crecido durante él. Cuando si lo somos, nos atrevemos a adentrarnos en cualquier cosa, confiando en que poco a poco iremos mejorando y disfrutando del camino, y esto se puede aplicar a cualquier tipo de relación.

La mentalidad que tengamos tiene mucho que ver con la forma en la que nos relacionamos que los demás. Quienes tienen la de crecimiento tienden a ser más abiertos y tolerantes con su pareja y sus errores. Cuando encuentran algún obstáculo en la relación, son capaces de pararse, analizarlo y trabajar por pasarlo, sin que su vínculo con el otro se deteriore.

Esto quiere decir que, al final, quienes confían en el progreso tienden a gestionar mejor las dificultades en una relación, porque las consideran parte de la vida y saben que les ayudarán a crecer juntos. Por lo contrario, quienes no piensan así, darán la relación por fracasada a la mínima inconveniencia.

Distintos estudios han analizado el efecto que puede tener nuestra mentalidad sobre nuestras relaciones. En uno concreto, se encuestó a 30 participantes de entre 18 y 50 años sobre cómo de satisfechos se sentían en su relación, sobre el crecimiento que habían experimentado (o no) en ellas, sobre la creencia en el destino o sobre la ansiedad que puede existir en los vínculos amorosos. También tuvieron que narrar su experiencia en el amor.

Los investigadores descubrieron que quienes tenían esa mentalidad de fe en el progreso y en el crecimiento personal se sentían más satisfechos en sus relaciones y que no se sentían tan dolidos ante cualquier tipo de rechazo o dificultad.

Pero, ¿cómo podemos cambiar nuestra forma de pensar si, en ocasiones, parece totalmente inherente a nuestra persona? Por supuesto, no será nada fácil, pero hemos de saber que hay cosas en las que podemos trabajar y evolucionar. Lo más importante es ser consciente de nuestros fallos o carencias y, a partir de ahí, tratar de trazar estrategias para cambiar ciertos patrones de comportamiento o pensamiento.

Debemos reflexionar acerca de nuestro camino, siendo capaces de celebrar no solo nuestros éxitos, sino todo proceso de crecimiento personal y en pareja. Hemos de saber que las relaciones no se mantienen lineales, que cambiarán por el tiempo y debemos aprender a ir adaptándonos a ello. Solo debemos tener en cuenta que uno no nace sabiendo todo y que, con los años, hemos podido ir mejorando ciertas habilidades. Y con las relaciones funciona igual.

Ir adaptando nuestra mentalidad en búsqueda de una más positiva y optimista puede ser lo que necesitemos, no solo para que nuestra relación mejore, sino para que dure en el tiempo y, sobre todo, ambos podamos ser completamente felices.

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